por Viviana
Erazo
Hija de una de las líderes del feminismo canadiense de los 70s y de un médico progresista, Naomi Klein es la autora de culto de aquel sujeto colectivo conocido como el "movimiento de Seattle". El "Times" de Londres la nombró "la persona de menos de 35 años más influyente del mundo".
Esta joven de 31 años, feminista de segunda generación, vive en Toronto y es periodista del "Global and Mail". En sus años universitarios participó en los movimientos estudiantiles por el reconocimiento de la identidad sexual, de género y raza. A poco andar, comprendió que la máquina del capitalismo global se nutre de estos movimientos, subsumiéndolos y haciendo de ellos materias de expansión del mercado.
Decidió escribir el libro al descubrir un nuevo campo de rebeldía de los jóvenes que trascendia los objetivos gubernamentales. Las instituciones políticas parecían no tener ya un poder real, este estaba en manos de las grandes multinacionales. La rebeldía, entonces, empezó a manifestarse contra las corporaciones y la tiranía de las marcas.
"No es un libro de
pronósticos -escribe- sino de observación de primera mano. Es el
examen de un amplio sistema subterráneo de informaciones,resistencias y
proyectos, un sistema ya en marcha con actividades e ideas trasversales
a los Estados y a las generaciones".
Después de cuatro años de investigación, que la conducen desde las fábricas del Sudeste asiático a los suburbios de Manila y las maquilas en México, publica "No Logo" ("No Logo: solutions for a sold planet") best-seller del 2000 en los medios antiglobalización de América del norte. Traducido a nueve idiomas, el libro figuró en la selección del prestigioso premio "Guardian Award 2000".
Con el estilo de reportaje, la autora describe -sin pretender un análisis exhaustivo- algunas tendencias del desarrollo
capitalista.
El punto de partida es, de hecho, la "política del branding", es decir, de la valorización económica de las marcas, el logo, en la producción capitalista. La marca como concepto, como experiencia, como estilo de vida.
El producto deja de tener la misma importancia, ya que el éxito y la prosperidad de la empresa depende de la valorización de la marca.La batalla comercial se juega entonces en el terreno simbólico, de los presupuestos de la identidad: lenguaje, imaginario,deseos. |
Klein afirma que es imposible hablar de marcas sin hablar de globalización:
"No existiría el culto de la marca si no existiera la posibilidad de producir a bajos costos en alguna parte del mundo"
|
|