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“FUERON LAS MADRES Y LAS ABUELAS QUIENES SALIERON A BUSCARLOS”

Entrevista a Tania Ramírez de la organización HIJOS, Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, México

Septiembre del 2013/ El Salvador/Radio Internacional Feminista

Katerina Anfossi: Me encuentro con Tania Ramírez. Tania es profesora de derechos humanos y de gestión de paz. Es una mujer joven que pertenece a la organización HIJOS, Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio. Con ella vamos a conversar sobre esta organización, y sobre lo que significa ser defensora y trabajar en derechos humanos. ¿Qué significa todo esto?

Tania RodriguezTania Ramírez: Es muy curioso porque la autodefinición como defensora de derechos humanos me ha costado mucho, tiempo, esfuerzo, pensamiento y reflexiones, pero creo que me convertí en defensora por dos motivos principales: uno porque ser víctima solamente es insoportable, había que hacer algo con eso, ¿no? Y dos por el ejemplo que yo tuve de mi abuela y mi madre. Siempre en el caso de las personas desaparecidas, no solo en México sino en toda Latinoamérica, son las madres las que salieron buscarlos. Después de un tiempo, en el caso de mi familia, cuando pasó el riesgo inminente que quería decir implicaciones físicas, mi madre también se incorporó y por mucho tiempo trabajó en el comité Eureka. Entonces tengo ahí una historia de mujeres luchonas que yo creo que también me determinó.

Katerina Anfossi: Cuando una piensa en desaparecidos políticos, piensa más en el Cono Sur. México de alguna manera vivía como en democracia, en la democracia del PRI, durante más de 60 o 70 años, entonces cuesta un poco, además de algunos específicos momentos que internacionalmente se dieron a conocer de brutalidad militar contra la población y contra los estudiantes, pensar que aquí hay una organización de hijos de desaparecidos. Cuéntanos un poco cómo entraste a esta organización.

En la fotografía Tania Ramírez

Tania Ramírez: Creo que más que entrar a ella participé en su fundación. Hace 13 años en México nos topamos con que en Argentina ya existía (la organización) HIJOS hacía como 15 años, y empezamos a saber lo que estaban haciendo en otros lugares, a leer sus historias y a decir “es increíble que sean los mismos relatos, las mismas reflexiones, las mismas inquietudes. Y algo que nos motivaba mucho era justamente eso que decías, que la sociedad en México sabía muy poco sobre el hecho de que también hubo desapariciones e internacionalmente lo mismo, no saben. Ha costado mucho y nos pusimos como primer objetivo darle visibilidad a ese tema porque siempre que se pensaba en personas desaparecidas eso sucedía hacia afuera. Y fue especialmente complejo porque México tuvo durante esos años una política de puertas abiertas, se recibió al exilio y los refugios, siempre era un país de acogida, de brazos abiertos, etc. Las personas y las familias que estaban viviendo las mismas historias que nosotros en México. Que esos gobiernos que les estaban abriendo las puertas, hacia adentro estaban desapareciendo personas, persiguiendo, etc. Entonces nos empezamos a juntar, hicimos un primer llamado, como una botella echada al mar en un periódico, diciendo, bueno, pues si estas historias te suenan, si tú eres hijo o hija de persona desaparecida ven, juntémonos, conozcámonos.

En un principio fue solo eso; conocernos, escuchar nuestras historias, pasamos años de gestación en lo oscuro, oscuro en el sentido de que no teníamos acciones públicas, éramos todo reflexión sobre de dónde vinimos, quiénes somos, hacia dónde vamos, y muy pronto la agenda de las causas nuestras se fue imponiendo como lo que teníamos que hacer y lo que queríamos hacer.

El caso de Miguel Cavallo, que fue un duro represor en la Argentina y que viajó a México y que con un cambio de identidad se instaló en México impulsando incluso una cosa que allá fue muy famosa que allá se llamó el RENAVE, el Registro Nacional Vehicular. Él, con otro nombre, dijo yo propongo y lo puso a licitación pública un proyecto para el registro del vehículo. Cuando nos damos cuenta que este personaje era “Sérpico” que era su nombre de guerra y que se había dedicado por años no solo a la tortura y a la desaparición, sino al procesamiento de la información de las personas a las que iban deteniendo. ¿Cómo es posible que alguien así quiera imponer el registro de vehículos con un montón de información personal: quién eres, dónde vives, etc. Entonces eso era una posibilidad casi de infiltración policial disfrazada de registro de vehículos y ahí se supo, hubo un escándalo muy grande, la comunidad argentina, la Argenmex como le decimos, se activó mucho e HIJOS en México se activó.

A partir de ese momento nos dimos cuenta que era mucho en el actuar, en el hacer donde nos encontrábamos y empezamos a tener acciones más visibles, más de cara al público, más de cara a la gente con la idea de generar procesos de condena social. Primero de conocimiento, que en México se sepa que hay personas desaparecidas. Ahora el escenario cambió porque las desapariciones volvieron a instalarse gracias al desconocimiento y a la impunidad, pero bueno ahora ya se sabe que en México hay personas desaparecidas, pero en ese momento teníamos que decirle a México y al mundo que acá también sucedió y tenemos que construir esta posibilidad de la condena social repudiando a equis personajes.

Katerina Anfossi: Explícanos un poco, estamos hablando que en el año 77 cuando tu padre es desaparecido ¿son las fuerzas gubernamentales, o te refieres a otro tipo de sectores armados?

Tania Ramírez: Es muy complejo con lo que pasó, con la práctica de la desaparición forzada. En los años 70 México tiene al primer desaparecido (1969), el Profesor Epifanio Avilés Rojas , está la represión del 68 y la represión estudiantil del 71, muy fuerte también, entonces todos esos jóvenes y todas esas personas que estaban apostando por la vía democrática para el cambio de las condiciones en el país, se va hacia la radicalidad y la clandestinidad. Es ahí cuando el gobierno empieza a perseguirlos y a desaparecerlos como una táctica de terrorismo de Estado y de aniquilación del enemigo. Esa práctica se continuó, no fue algo que sucediera en un solo período, como en el caso de otros países que hubo dictadura y una vez sale la dictadura eso cambió. En México siempre hubo personas desaparecidas; esa lista ha continuado sumando nombres.

La desaparición forzada, una nueva maquinaria privada

Y ahora lo que sucedió fue que en el último período de gobierno Panista la práctica de la desaparición forzada se privatizó, podríamos decir. Entraron grupos del crimen organizado, pero decir crimen organizado quiere decir que esa organicidad se da en contubernio con el Estado, por acción o por omisión. Entonces ahí es un elemento complejo pero el Estado sigue teniendo un papel aunque ya no son los principales actores. También otro de los elementos que lo hacen complejo y para el cual hay que tener memoria, es que las personas que en los años 70 formaban parte de los grupos policiales o parapoliciales de pronto se convierten en militares retirados o policías fuera del cargo que mantienen el conocimiento y el saber y que empiezan a prestar, a manera de mercenarios y sicarios, a estos grupos del crimen organizado todo el saber que habían generado a cargo del Estado, ahora lo ponen a disposición de estos grupos del crimen organizado. Hay varios nombres con mucho detalle y con mucha delicadeza se ha empezado a hablar de ellos, pero si hay una herencia entre el Estado y lo que ahora sucede con responsables muy claros, pero también hay una herencia en el sentido de la impunidad.

LA IMPUNIDAD que acompaña a la JUSTICIA en México

Tania Ramírez: En México no hubo, como ha habido en otros países, procesos de justicia y de sentar en el banquillo a los responsables, ni siquiera se ha señalado a los responsables, pues México se convirtió en un paraíso en el cual la impunidad es como el cheque en blanco que ha posibilitado que quien sea desaparezca personas y se organice criminalmente bajo la certeza de que en México no va a pasar nada.

Katerina Anfossi: En el caso de tu papá ¿hubo algún proceso de justicia?

Tania Ramírez: En el caso de mi padre y en prácticamente todos los casos de México no hubo un proceso de justicia, pese a que mi abuela, mi madre y todas las mujeres salieron a denunciar claramente cuáles eran los nombres de los responsables, muchas de las personas que estuvieron detenidas, desaparecidas que salieron y vieron y dieron el testimonio de quién hizo qué, dónde, en qué fechas, pese a que eso fue denunciado públicamente, no hubo ningún accionar de la justicia. Incluso fue peor porque en algún momento se pusieron las denuncias respectivas frente al Ministerio Público y las respuestas eran o a veces brutalmente contradictorias.

Por ejemplo cuando se activó un intento de proceso de verdad en México con una fiscalía especializada sobre los crímenes del pasado, se activó el sistemita de la Procuraduría y se empezó a preguntar en las investigaciones una serie de cosas que incluyeron, por ejemplo haber enviado citatorios a las personas desaparecidas. En el caso nuestro llegó un citatorio dirigido a mi padre diciendo que por favor se presentara porque el proceso investigatorio estaba echado a andar, lo cual habla o de un nivel de incompetencia brutal o de incomprensión o a veces hasta de saña ¿no? Entonces por ese tipo de respuestas la verdad es que las familias tampoco optaron por agotar y agotar toda su fuerza en ese sistema de justicia que lo único que hacía era devolverles la realidad de que les importaba un bledo, como un portazo en la cara, ¿no? Las abuelas nuestras cada vez que había un cambio de presidente pedían una audiencia, les decían a los presidentes cuál era la situación. Pese a eso nunca hubo una respuesta clara ni certera.

Katerina Anfossi: En lo individual, como hija, eras una niña, eras una persona muy pequeñita cuando ocurrieron estos hechos. A medida que vas creciendo y te vas dando cuenta de lo que ocurre ¿cómo impacta esto tu vida? ¿Cómo tomas conciencia de que quieres trabajar en esto?

Tania Ramírez: Yo, cuando desaparecen a mi papa era tan pequeña que no había nacido ni siquiera. Yo estaba de cinco meses en el vientre de mi madre y nos tuvimos que esconder; ella recibió amenazas de muerte para ella y para mí y durante ese tiempo solo tenía dos opciones: o salir del país – así se lo dijeron, o sea “o sales del país o te calmas”- entonces ella se tuvo que esconder en lo que yo terminaba de gestarme y ya cuando finalmente a los 9 meses toca ir al hospital fuimos con una presencia policial incluso en el hospital revisando quiénes entraban, quiénes llegaban, etc. La verdad es que yo hasta hace poco me he puesto a pensar en la dimensión que eso implica para la gestación y para el nacimiento de una persona; creo que no me quedaba de otra, es una marca muy clara y muy profunda en la historia de cualquier persona y además crecí acompañada de la lucha de mi abuela, mi madre; de chiquititos mi hermano y yo íbamos a las marchas y a los plantones que ellas tenían y jugábamos con los carritos mientras ellas gritaban consignas. Entonces creo que crecí con eso; en ningún momento hubo un ocultamiento de la verdad, siempre nos dijeron quién era mi papá, teníamos una foto grandota suya en el cuarto, entonces eso siempre estuvo presente.

La única forma, creo, de convivir con esa historia era procesarla y otra forma importante de saber que no solo fue algo que nos pasó a nosotros, fue darnos cuenta de que era parte de una práctica sistemática. Eso tienen una dimensión de horror tremenda, porque quiere decir que hubo cientos, quizás miles de casos iguales, pero eso también da la calma de saber que es algo que se puede soportar entre más personas y que no fue algo que solamente se hizo contra tu mamá, contra ti, contra tu familia, sino que es algo que se puede trabajar entre más personas. Y como te decía, la simple idea de vivir una historia así desde el dolor y desde la lamentación era insoportable, era incompatible con lo que una quería hacer.

Entonces la transformación de eso en lucha ha sido también una manera de encontrarle sentido a lo que pasó e incluso hacer el ejercicio de poner a las demás personas por encima o enfrente de la historia propia. Decir, bueno si uno tiene la capacidad de abrir un espacio o abrir un micrófono que vengan las más personas que se pueda porque posiblemente no en todos los casos estuvieron acompañadas tan amorosamente con sus familias, no todos los casos tuvieron la misma información, las mismas posibilidades de educarse y de entender y de ampliar la idea de por qué pasó eso. Entonces abrir el espacio para que más personas colaboren le dan sentido a la lucha individual que una puede tener y le da también sentido a la compañía en el dolor individual que pueda haber, no?

Katerina Anfossi: El cuerpo de tu papá nunca apareció, ni tampoco saben qué ocurrió. Me gustaría conocer a tu papá o la manera en que tú lo construyes.

Tania Ramírez: Nunca se supo o qué fue de su paradero. A él lo detienen en junio del 77 y a la par de la detención de mi padre detienen a otros de sus hermanos. Hubo un momento en que 6 personas de la familia, entre primos, cuñados, cuñadas, hermanos fueron detenidos para interrogatorios que duraban un día, dos días. También para interrogatorios en donde torturaban a los hermanos pequeños, o sea frente a mi papá por ver si salía algo de información. Una de las personas que estuvo en el campo militar número 1, fue adonde llevaron a mi padre, fue mi tía Mary, su cuñada; ella estuvo allí en calidad de detenida desaparecida, en realidad hasta el mes de octubre. De junio a octubre ella estuvo ahí padeciendo las historias que ya sabemos y ella cuando sale dice “sí, yo vi a Rafael, tenía una costilla rota, le habían aplicado picana, estaba muy lastimado pero estaba vivo y estaba bien”. Entonces ese es el último testimonio con el cual tenemos certeza de qué paso en ese tiempo.

En el inter – y eso es parte de lo que hacemos en HIJOS y es muy bonito la verdad y muy necesario – hemos hecho un trabajo para reconstruir la historia de esas personas, que no se conviertan en un nombre nada más en una lista o en una foto en una manta sino poder recuperar la historia – uno: de sus militancias, de por qué eligieron el camino que eligieron, qué pensaban, qué hacían y también qué tipo de persona eran.

Construyendo recuerdos

Yo en mi adolescencia me dediqué a preguntarle a todo el mundo sobre mi papá, de cómo era y me decían, sí era un hombre muy solidario, muy ejemplar. Y yo, no, pero no me cuenten eso, cuéntenme si le picaba el chile o no, le gustaba bailar o no, y ha sido muy bonita esa búsqueda, es como armar un rompecabezas al que siempre le van haciendo falta piezas, pero cada pieza que se incorpora con sus compañeros de lucha, de la gente que estuvo con él en la escuela, de su familia, le va añadiendo piezas a ese rompecabezas y le devuelve la dimensión humana que tiene.

A la fecha la verdad es que la historia de mi padre está llena de incógnitas, de información que me falta, faltan sus anécdotas, sus pensamientos, pero de alguna forma yo también he decidido – ni siquiera lo decidí – empezó a suceder naturalmente, tener como diálogos imaginarios con él. Una vez que yo ya decidí que era heredera de su lucha y que me importaba el tema de la desaparición forzada no solo por cuestiones familiares sino porque me interesaba saber por qué en este continente y en nuestros países la represión se había instalado, por qué atentaban contra qué intereses, etc. me di cuenta de que yo también compartía sus ideales y en ese compartir de ideales he establecido muchas veces diálogos imaginarios de lo que me gustaría hacer ahora con él, poderle preguntar: “Pa, tú crees que el espacio de la Iniciativa Mesoamericana de defensoras vale la pena? ¿No vale la pena? ¿Qué tendríamos que hacer? Y en ese ejercicio intento imaginarme qué me respondería; en momentos claves de la vida también “me quedo, me voy, hago, no hago?” Pues ese es el momento en que uno echa en falta al papá o a la mamá según sea el caso, ¿no?

Yo he intentado también reconstruir su identidad a partir de ese diálogo entre colegas también, quizás ahora seríamos colegas y hablaríamos de estas cosas directamente. Y eso por más que sea en el imaginario también es un ejercicio de reconstrucción de su identidad y también de la mía.

Katerina Anfossi: Y con tu mamá ¿le reclamaste algo? Por qué ese día salió, por qué le dejaste salir, por qué no se quedaron en la casa, qué se yo. ¿Le has reclamado “por qué no fuiste más luchadora, por qué tenían que meterse en eso, por qué no podía ser una familia común y corriente? “.

Tania Ramírez: Si, en algún momento, más que reclamo como pregunta, cuando recién fue el asunto, lo acaban de detener y desaparecer. En el caso nuestro es muy simple, porque ella estaba embarazada y meterse en más la ponía en riesgo a ella y a mí.

Yo más bien he pensado que ella tuvo que tomar una decisión durísima respecto de determinar de si seguía buscando a su pareja o si preservaba el proyecto de familia que habían construido juntos. Entonces la verdad que desde allí es imposible que yo le haga ningún reclamo; si ha habido hijos que le reclaman a sus papás. A mí la verdad es que no me ha dado eso; yo más bien aprendí muchísimo y tengo todo el respeto por esa decisión y el agradecimiento porque significó que yo esté aquí ahora.

Pero ha habido momentos muy curiosos que hacen que cada etapa de la vida de uno se re-signifique. Por ejemplo - mi mamá no volvió a casarse ni a juntarse con nadie, ni nada – en un momento cuando yo estaba chiquita pero no tan chiquita le dije: “Ma, creo que ya estoy lista para que tengas otra pareja. Si acaso tú te lo habías planteado y dijiste no por nosotros, yo quiero que sepas que me gustaría que tengas una pareja si así lo quieres” y ella me contestó una cosa que fue una plancha, me dijo: “mira, cuando a tu padre lo desaparecieron nosotros siempre fuimos felices y yo estaba profundamente enamorada o sea que yo sigo enamorada de tu padre, no me puedo enamorar de nadie más, gracias por haberme dicho esto pero yo no estoy en ese lugar, yo no puedo amar a otra persona porque sigo enamorada de tu padre”. ¿Cómo reclamas eso” No hubo ninguna decisión que ella tomara por egoísmo, toda su vida ha estado dedicada a que mi hermano y yo seamos todo lo capaces, lo luchones, lo guerreros, lo bien formados que se puede en la realización de un pacto que hicieron ellos cuando decidieron tener la familia que es: si te quedas tu o si te quedas tu, vamos a hacer que los chicos salgan por este camino, no? Y como todo ha ido acompañado a ese proyecto entonces es difícil el reclamo.

Más bien yo tengo MUY claro que el reclamo es al Estado, todo el coraje que tengo, todas las carencias, todo lo que tengo que reclamar, tengo muy claro que hay nombres y hay apellidos y hay estructuras a las que se las tengo que reclamar.

Katerina Anfossi: No tengo más preguntas, ha sido una conversación muy agradable. Tu última reflexión sobre este encuentro con mujeres tan luchadoras, valientes y también tan golpeadas por la vida, porque aquí yo me he encontrado con muchas mujeres que han tenido unas historias tremendas, al igual que la tuya, entonces ¿qué reflexión haces de este encuentro?

Tania Ramírez: A mí esa parte del feminismo o los espacios de mujeres solamente, me son naturales en el sentido de que soy mujer pero no es la forma en que yo me he relacionado o me he organizado, pero nunca dejará de llamarme la atención que en mi familia fue mi abuela y no mi abuelo el que se movió. Y fueron las hermanas de mi padre y no los hermanos quienes se movieron y ahora en HIJOS, en mi organización, la inmensa mayoría que estamos somos hijas. Entonces no puedo dejar de pensar en esa como llamita que es un motor que tienen las mujeres y sería taparse los ojos no reconocerlo. Tapar esa llamita en esas mujeres tan luchonas, que además siempre nos pasa que por más que tengamos historias terribles decimos: No, lo que a mí me ha pasado no es nada comparado con lo que le pasó a la compañera! Hay un sentido de solidaridad, un sentido de sabiduría, hay otros conocimientos que son muy útiles respecto de no solo de lo intuitivo como el sexto sentido de la mujer ni nada, sino el hecho de haberse construido en luchas, por el lado, por debajo, por encima, lo institucional y lo patriarcal, le da un sentido de creatividad que a mí me sigue sorprendiendo y del cual sigo aprendiendo y es gente con la cual es muy fácil entrar en contacto y hacer complicidad. Entonces de pronto hablarle a una mamá como si yo le hablara a la mía, y hablarle a las compañeras como si m hablara a mí misma, sí se establece un sentido de empatía muy curioso, muy profundo y muy lindo y yo les estoy agradecida y me encanta porque sigo aprendiendo lo que hacen y me sigue quedando claro que si me decidiera dar la lucha de mi padre vale también la pena por el trabajo maravilloso que hacen estas mujeres que siento que de alguna manera también apostaron por el tipo de mundo que mi padre y que yo apostamos.

Muchas gracias Tania.