Radio Internacional Feminista/Julio 03

Incluídas por excepción

por Raquel Bruno
RadioNetherlands
febrero 2003

Las mujeres afrodescendientes de América Latina y el Caribe conforman aproximadamente una población de 80 millones de personas. Difícil ocultarla, se podría pensar frente a estas cifras, y sin embargo, durante siglos han estado sistemáticamente invisibilizadas en la historia.

Incluso hoy, son escasos los países que contemplen políticas públicas en las que se consideren las condiciones, necesidades y características específicas de las mujeres negras. De hecho, hasta el momento muchos países carecen de censos con datos estadísticos desglosados por categorías étnico-raciales.

Dado que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe cuenta con constituciones o leyes que prohíben la discriminación por raza y por sexo, el racismo se manifiesta a través de los prejuicios, la invisibilidad, la negación de las raíces culturales de su pasado africano, y las formas sociales de discriminación.

Las mujeres negras tuvieron un rol en la gestación del movimiento feminista latinoamericano, quizás no en número pero sí en beligerancia. Allí comenzó el espacio de reflexión y análisis de la cuestión etno-racial que tuvo un resultado concreto con la creación de Casa por la Identidad de la Mujer Afro, en 1989 en República Dominicana. En 1992, se realizó en ese país el primer encuentro de mujeres negras, que desembocó en la creación de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Caribeñas, un espacio de articulación de propuestas para visibilizar la situación de la mujer negra, en términos de identidad, discriminación, salud, trabajo, integración

IX Encuentro Feminista Latinoamericano y caribeño

Dic. 2002

El movimiento feminista latinoamericano ha ido integrando estos conceptos en sus planteamientos pero, bien hay que reconocer los esfuerzos y la apertura que se observa en la actualidad, persisten aún diferencias de concepción. Por ejemplo, cuando se trata el tema de la diversidad.

La congresista afrocostarricense Epsy Campbell Barr, en el libro "Poderes Cuestionados: Sexismo y racismo en América Latina", afirma que cuando se aborda la diversidad desde el feminismo histórico latinoamericano, se hace desde una perspectiva en la que las mujeres del grupo étnico dominante se consideran el punto de partida para catalogar y denominar al resto. Evidentemente, desde esa perspectiva las diversas no son ellas, las diversas son las otras, las no-blancas.

Frente a esta concepción, esta feminista propone que "la diversidad somos todas, o sea que ninguna es el parámetro de referencia de las demás".

"Yo diría que las mujeres feministas negras en América Latina seguimos siendo invitadas por excepción", afirma Epsy.  "Pese a sus esfuerzos de tener una visión de respeto para las "diferentes" (nosotras, las que no somos iguales a ellas), "somos invitadas, o sea no somos parte de la mesa en la que se discuten los temas fundamentales."

La diferencia etnoracial es un tema de fondo que es preciso discutir porque, si no es analizado por el feminismo, se corre el riesgo de reproducir esos mecanismos de exclusión, al no considerarlos estructurales.

Estas diferencias saltan a la vista cuando se estudian los datos estadísticos y las cifras existentes sobre desarrollo. Pero también en los términos de las reivindicaciones: cuando se habla de los roles tradicionales de las mujeres,  ¿de qué mujeres se habla? "Las mujeres negras no salen a la calle como producto de la crisis, siempre estuvieron en la calle. Las esclavas tuvieron que hacer el trabajo del campo y de la casa, y fueron igualmente exigidas. Las mujeres del grupo dominante tuvieron y tienen una realidad totalmente diferente", señala Epsy Campbell.

La condición racial es un condicionante para la condición de clase. En América Latina, si se nace negra se tiene un 90% de posibilidades de ser pobre. Ese apartheid histórico de indígenas y afrodescendientes los condiciona absolutamente en toda su vida y en todas sus oportunidades. Los derechos humanos para las mujeres negras son una aspiración, no una realidad.

La sociedad debe abordar la exclusión como elemento fundamental y entender las razones históricas de esa exclusión. No existe otro camino para una verdadera liberación.