El año
que viene en Bagdad
Silvia Valencia
Agencia de Información Solidaria (AIS).
España, febrero del 2003.
Bagdad.- El ambiente en Bagdad ha cambiado mucho desde la última vez que
estuve hace poco menos de un año. La ciudad sigue siendo igual de
bulliciosa, con sus avenidas amplias llenas de coches destartalados y
repletas de gente. Desde fuera nada llama la atención especialmente, todo
parece normal, pero la tensión palpita en cada esquina.
Al pasar por el Ministerio de Información, llama la atención su azotea,
llena de casetas montadas por medios de comunicación de todo el mundo. Es
imposible no recordar aquellas imágenes en directo del bombardeo sobre
Bagdad, aquella guerra que fue televisada a todo el mundo. Entras en el
hotel Rasheed, donde el mosaico de Bush padre permanece cubierto por
alfombras, y te cruzas con enviados especiales de todas las
nacionalidades, a la caza de cualquier noticia o información que puedan
transmitir.
Según pasan los días vas conociendo delegaciones: francesas, rusas,
estadounidenses, etc, que han ido a mostrar su solidaridad con el pueblo
iraquí. Algunos pretenden quedarse el máximo tiempo posible y ejercer
como escudos humanos.
Por las calles los bagdadíes te paran, surge un momento de tensión,
quieren saber de dónde eres, y una, al principio con la boquita pequeña,
dice que de España, pensando en la postura belicista que mantiene el
gobierno español. Pero no existen rencores. Las mujeres me abrazan, los
niños me sonríen, los hombres me dan un apretón de manos, y todos
insisten en que españoles e iraquíes somos hermanos, que tenemos lazos
comunes, cultura, palabras y hasta sangre.
Tienen muy claro que el pueblo
español no está a favor de la guerra. Todos te invitan a su casa, a
tomar un té tradicional, a conocer a sus familias. No importa que la gran
mayoría tenga sólo un ingreso mensual de 50 dólares, si es que lo
tiene, y no sabe cómo alimentar a su familia Prevalece la hospitalidad árabe.
La mayoría de los taxistas, cuando conoce que estás con una delegación
que ha ido a apoyar al pueblo iraquí y decir "no a la guerra",
no te quieren cobrar el trayecto.
El año pasado cuando estuve en Irak con una delegación humanitaria, por
medio de un programa preparado por la Federación de Mujeres Iraquíes,
pude conocer más de cerca la situación por la que está atravesando el
país. Filtrando la información propagandista iraquí que nos
transmitieron en las reuniones y contrastando los datos con informes de
UNICEF y otros organismos internacionales permanece una cruda realidad: al
mes mueren más de 8.000 niños menores de 5 años como consecuencia del
embargo y de la guerra del Golfo. Afectados por los más de 300 kilos de
uranio empobrecido sembrados en la guerra al sur de Irak, miles de
personas sufren algún tipo de cáncer. Para no variar los niños son las
principales víctimas.
Hace unos días, durante una visita al hospital infantil Al-Mansur, de
Bagdad, me presentaron a varias madres que estaban cuidando de sus hijos o
hijas en fase terminal. Intento con mi escaso árabe comunicarme con Huda,
una niña de siete años, que está sentada en su cama con la mirada
perdida. ¡A saber qué tontería he dicho! Huda me mira y sonríe. La
madre me empieza a abrazar y darme las gracias, porque es la primera vez
en semanas que la niña sonríe.
No recuerdo cuándo fue la última vez
que sentí tanta vergüenza y tanta impotencia. ¿Cómo se puede entender
o justificar que niñas menores de 12 años padezcan cáncer de pecho por
culpa de la guerra del 91 y que por culpa del embargo no tengan esperanzas
de vida? Un médico iraquí, con la mirada llena de dolor, me cuenta que
él había estudiado medicina para salvar vidas y no para ejercer de Dios,
como ahora, y decidir a quién le van a suministrar los pocos medicamentos
que tienen para intentar salvarle la vida.
Todas las tardes vuelvo al hotel destrozada. Intento mantener mi
objetividad y analizo toda la información que he almacenado a lo largo
del día. La propaganda y los discursos oficiales iraquíes son fáciles
de archivar. Pero qué hago con la caras de todas esas personas que he ido
conociendo en Bagdad, que te dicen que para ellos la guerra es algo
normal, que tienen asumido que van a morir, que para qué van a construir
refugios si no son seguros.
En Bagdad hay más de 34 refugios civiles,
construidos durante la guerra con Irán. En la guerra del Golfo se
llenaban todas las noches. Pero esta vez quedarán vacíos.
Después de lo
que pasó el 13 de febrero de 1991 en el refugio de Al-Amiriyya, en el que
se masacraron con dos misiles a 408 civiles entre los que había 142
menores de 10 años, se sienten casi más seguros en sus casas.
El ataque
fue premeditado. Primero se empleó un misil broca para abrir el boquete y
facilitar la entrada al segundo que subió la temperatura interna a 300 grados. No hay nada que les proteja de los misiles estadounidenses. He
estado dos veces en ese refugio que ahora es un museo en memoria de las víctimas.
Nunca podré borrar lo que he visto y sentido ahí.
Tampoco podré olvidar a todas las personas que he conocido en Bagdad, que
me han invitado a volver, su dignidad y su hospitalidad. Según
declaraciones de Tarek Aziz, vicepresidente de Irak, EE.UU. ha previsto
bombardear Irak a diario con 3.000 misiles. ¿Cuántas personas de las que
he conocido sobrevivirán en caso de guerra?
"El año que viene en Jerusalén" es lo que se dicen muchos judíos
como despedida (y también por Nochevieja). Con ello quieren decir que se
quieren volver a ver, preferentemente en la tierra prometida. Esta frase
me ha perseguido durante el tiempo que he estado en Bagdad. ¿Podrán
decir los iraquíes "el año que viene en Bagdad"?
Fuente: RIMA/ Red Informativa de Mujeres de Argentina, Rosario, Santa Fe,
Argentina
RIMA web: http://www.rimaweb.com.ar
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