Radio Internacional Feminista
Marzo 2003

Entrevista con Rigoberta Menchú Tum

Adital.Fortaleza, Brasil
ADITAL: Las mujeres han ejercido un importante papel en el fortalecimiento y organización de la sociedad civil. A partir de su realidad y experiencia, ¿cómo evalúa Ud. el crecimiento de las mujeres a partir de esa inserción?

Rigoberta Menchú: El rol de las mujeres constituye una reserva moral que es vital para la humanidad. Poco a poco, las mujeres hemos venido ganando terreno en la sociedad, venciendo obstáculos ideológicos, culturales, sociales, raciales, económicos, históricos. Tanto en las actividades públicas como privadas, la presencia femenina va en aumento.

En el caso de las mujeres indígenas, la Cumbre realizada en Oaxaca en diciembre pasado constituye un hito. Allí vimos una participación importante y novedosa, con lo que se demostró que las mujeres indígenas están preparadas para asumir liderazgos y posiciones trascendentales.
Ahora hay mujeres indígenas encabezando ministerios, como en Ecuador, en donde la doctora Nina Pacari es la ministra de Relaciones Exteriores; en Guatemala la señora Otilia Lux de Cojtí se desempeña como ministra de Cultura y Deportes; en Bolivia hay diputadas indígenas y en Venezuela la doctora Noellí Pocaterra ocupa la presidencia del Congreso. Ojalá continúen destacando las mujeres en cargos públicos. Hoy más que nunca está la mujer preparada para altas responsabilidades.

ADITAL: ¿Cómo se ha concretado la contribución de las mujeres en las diversas luchas?

Rigoberta Menchú: Hay un número importante de mujeres con un liderazgo indiscutible, muchas de ellas dirigiendo movimientos sociales y otras desempeñándose en cargos de elección pública. Un ejemplo de ello es estar a la cabeza de muchos movimientos. En el caso de las luchas indígenas, hay muchas mujeres al frente de éstas.

Lo mismo puede hablarse de las organizaciones pro derechos humanos. En Guatemala, las viudas y compañeras en contra de la desaparición forzada han jugado un papel vital, pues fueron pioneras en la denuncia de las atrocidades allí perpetradas. Lo mismo ocurrió en Argentina con las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. Movimientos en otros países, como México, muestran una experiencia similar. La lucha ambiental también es otro ejemplo. Allí muchas mujeres asumieron la vanguardia.

En el campo político podemos ver otros casos, mujeres que han ido abriendo el camino para incrementar y fortalecer la participación de la mujer. Hoy hay una nueva generación de mujeres jóvenes, luchadoras, a quienes podemos pasarles la bandera. Antes no había eso, veíamos hacia atrás y no había predecesoras. Actualmente eso ha cambiado.

ADITAL: ¿Qué nuevas perspectivas se abren para el desarrollo de la mujer y de la sociedad?

Rigoberta Menchú: Creo que las mujeres, con un conjunto de experiencias acumuladas, pueden ser un factor de cambio real en la sociedad. Quiero recordarles que, rara vez, una mujer inició un conflicto armado. Las guerras las han llevado a cabo los hombres, guerras cuyas primeras víctimas han sido, precisamente, las mujeres, las niñas, las madres, las ancianas.

En ese sentido, la mujer tiene y ha demostrado capacidad para establecer procesos de diálogo y negociación. Tampoco la mujer ha sido depredadora de los recursos naturales. Al contrario. En las comunidades indígenas, la mujer ha sido fuente de identidad, elemento fundamental para la reproducción y defensa de la cultura y ha sido guardiana de los recursos que la rodean. La mujer puede ayudar en la definición de nuevos patrones educativos, pues la educación principia en el hogar.

De esa forma, podrá romperse el círculo de violencia que vemos a nuestro alrededor. Ese aporte puede representar un avance increíble dentro de la sociedad. Además, mientras más espacios vamos ganando en los diferentes campos sociales, vamos generando una dinámica a favor del desarrollo de la mujer y de la sociedad misma. Pero queda mucho por hacer: casos como los de las muertas de Juárez ilustran que aún estamos en una posición vulnerable. Hay razones para el optimismo, pero también para el pesimismo, pues la mujer se encuentra muy excluida y oprimida en muchas regiones del planeta, incluyendo Latinoamérica.