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Para un niño garífuna de la resistencia hondureña:Chicho

Por: Melisa Cardoza

Chicho es un niño tan formal, que una se olvida de que está pequeño. Y es que Chicho está acostumbrado a pensar en muchas cosas y habla como señor. Vive con sus hermanas y hermanos en una casa garífuna con patio grande adonde invitan a sus vecinos para ver películas que proyectan sobre la fachada de esa casa, las mismas películas que de tanto verlas toda la cipotada se sabe los diálogos, además conocen toda la música de la resistencia y la cantan a grandes voces bajo la noche estrellada de la costa norte de Honduras, tierra donde vive el pueblo garífuna desde hace más de doscientos años.

De día se reúnen, bajo los palos que dan sombra, mujeres, hombres y cipotero, para hablar, peinarse, discutir sobre el hacer, sobre la vida y la muerte. En esa casa, de manos de Teresa hemos tomado café y comido pescado con casabe, gente bienvenida a este espacio doméstico que sabe de las vueltas de Teresa arriba y abajo para mantener a su prole, sus proyectos políticos, sus tierras ancestrales. Hasta ahí, con el silencio propio de los cobardes, llegaron los enemigos para atentar contra ella, contra Alfredo, y la familia a la que pertenece Chicho. Si el cartón prendido en llamas que introdujeron a la cocina se hubiera topado con el tanque de gas, hubiera habido una explosión. La cocina está junto al cuarto de las cipotas y una de ellas, que se durmió tarde haciendo tareas, pudo dar la voz de alarma. Apagaron a tiempo el fuego.

En la comunidad del Triunfo de la Cruz se ha vuelto una práctica de los agresores quemar todo lo que se oponga a los golpistas y a los que les sirven. Así acabaron con la primera Faluma Bimetu, radio comunitaria al servicio de la lucha del pueblo garífuna contra la venta de sus tierras. La noche del 8 de abril de este 2011 intentaron asesinar a Teresa Reyes, a Alfredo López y a sus hijos e hijas tratando de prenderle fuego a su casa mientras dormían. Los autores son los mismos.

Con fuego se quemaron en la edad media a las brujas y a los herejes, mujeres que curaban con sabiduría ancestral y hombres que tenían más preguntas que respuestas ante un estado de curas y otros ricos medievales que todo lo explicaban con verdades sin discusión. Con fuego han quemado negros y negras en los estados donde el racismo ha gobernado por siglos. Con fuego se incendian las casas y milpas de indígenas en Guatemala, en este año que vivimos.

El fuego, el abuelo creador, potente para dar vida y para arrasar con ella cuando su luz es robada por asesinos cobardes.

Teresa y su familia son parte de la nuestra, de la que lucha y se indigna en este país y en todo el mundo. Ella dirige el patronato que defiende las tierras de la comunidad del Triunfo de la Cruz, enfrentándose a hombres de su misma comunidad, a empresarios y a narcos. Ella forma parte de la coordinación nacional de OFRANEH. Ella y su familia completa están en peligro de muerte. No es la vía de la justicia golpista la que se hará cargo de este caso. Eso ya lo sabemos. Nosotras, las que hemos sobrevivido al fuego, pensamos juntas para acompañarlos e invocamos protección a sus cuerpos y corazones; y maldecimos desde todos los tiempos y con todas nuestras ancestras, a quienes usan lo sagrado para hacer el mal y sembrar la desgracia.

melissa cardoza, abril de 2011