c – GUATEMALA, 06 DE MAYO DE 2011
CONCLUSIONES DEL EJE: POLíTICAS DECONTROL DEL PATRIARCADO Y VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Entrevista Colectiva
- A lo largo del Encuentro insistimos en visibilizar el carácter estructural de la violencia patriarcal contra las mujeres, de manera que esa mirada permee las interpretaciones que se realizan en torno al problema, así como los programas, proyectos y acciones que de esas interpretaciones se desprenden.
- Así mismo enfatizamos en la necesidad de entender el problema de la violencia patriarcal contra las mujeres como un contínuum de expresiones violentas que afecta a todas las mujeres a lo largo de nuestras vidas. Un contínuum que cada vez se va incrementando más, a partir de las adecuaciones del sistema a cada momento histórico. En el caso mesoamericano, vimos que este contínuum tiene hoy nuevas expresiones relacionadas con el contexto neoliberal globalizante, como la violencia sexual contra mujeres migrantes, la trata y el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y la violencia institucional ejercida por fuerzas policiales, militares y paramilitares en contra de las mujeres indígenas y campesinas en procesos de desalojo y represión a las luchas por los recursos naturales, entre otras.
- Vimos cómo el tráfico de drogas, como uno de los negocios más redituables, y la disputa entre los distintos cárteles ha dado como resultado el surgimiento de un Estado paralelo, lo cual supone el rompimiento de los pactos entre hombres y un estado de mayor vulnerabilidad para las mujeres. La guerra declarada contra el crimen organizado es asimismo una guerra redituable que ayuda a invisibilizar todavía más los asesinatos de mujeres. El narcotráfico es también resultado del sistema patriarcal llevado a su máxima expresión: los hombres deben de reafirmar su masculinidad a partir del dominio territorial y la fuerza. Las mujeres, en medio de esta guerra, somos consideradas (una vez más) objetos de cambio, territorio de dominación y botín de guerra.
- Las reflexiones presentadas en este eje, nos mostraron los distintos esfuerzos que desde todos los frentes se han venido realizando para erradicar la violencia patriarcal contra las mujeres en la región y pudimos observar, cómo la tendencia en la construcción de conocimientos y las acciones políticas que se han generado en torno a este problema en Mesoamérica en la última década, es que se inscriben en el marco del sistema y se circunscriben al corto plazo, razón por la cual, no han tenido el impacto deseado en la lucha por la erradicación del problema.
- Discutimos acerca de cómo el sistema patriarcal nos marca de antemano los límites de la lucha por la erradicación de la violencia patriarcal contra las mujeres, permitiéndonos librar la lucha únicamente desde espacios institucionales y a partir del recurso a herramientas y dispositivos de poder del mismo sistema patriarcal, como los derechos humanos, el sistema legal y el sistema judicial, en el marco de la democracia liberal, una de las grandes invenciones del patriarcado para este momento histórico. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que aunque algunas de nosotras seguiremos librando nuestras batallas en el marco del sistema, esto no ha sido ni será suficiente para erradicar la violencia patriarcal contra las mujeres, lo cual requerirá de estrategias de largo aliento.
- No podemos seguir condicionando nuestra lucha a las agendas propuestas por la cooperación internacional, mucho menos, que el tema del financiamiento sea un factor de división entre nosotras, pues la realidad nos está rebasando.
- El desencanto que nos producen los escasos resultados de nuestras luchas en el marco del sistema y la indignación que nos causa el incremento desmesurado de la cantidad, la crueldad y el cinismo con que se están cometiendo los crímenes del patriarcado en la actualidad, cuya expresión más cruenta son los feminicidios, nos lleva a afirmar que el Estado no es la solución a nuestros problemas, sino que el Estado es más bien el problema, en tanto institución patriarcal por excelencia. En este contexto recordamos la atinada sentencia de Audre Lorde, acerca que “no se puede derribar la casa del amo con las herramientas del amo”. Por lo tanto, queremos dar un salto cualitativo en la lucha, apostando por la recuperación del potencial crítico y transformador del pensamiento feminista, que nos lleve a construir estrategias de pensamiento y de acción, desde una posición auténticamente transgresora.
- Eso supone apostar por la construcción de un nuevo orden civilizatorio, tal como afirma Margarita Pisano. Y pensar en un nuevo orden civilizatorio pasa necesariamente por inventar nuevas lógicas de poder que nos permitan a las mujeres la recuperación de nuestra dignidad, desde la creación de condiciones de posibilidad para repensarnos, para reinventarnos, para recrear nuestra mismidad y para decidir cómo queremos relacionarnos con la otredad, desde otro lugar.
- Por lo tanto, proponemos la articulación de nuevas estrategias que conjuguen el corto, el mediano y el largo plazo, de manera que seamos capaces de acabar con la dispersión de esfuerzos que ahora tenemos y de orientarlos hacia una misma dirección, sería la transformación radical del sistema patriarcal, al cual es consustancial y al cual sirve.
- Proponemos la “glocalización” como concepto clave de nuestra lucha, de modo que podamos tener una interpretación global del sistema, de su funcionamiento y de sus dispositivos de poder, al tiempo que libramos la lucha desde las acciones políticas concretas que realizamos en el día a día en lo local.
- También proponemos la necesidad de empezar a pensar en nuevas formas de justicia, para que nuestra lucha no se reduzca al acceso a la justicia patriarcal.
- Finalmente, planteamos la necesidad de que esas nuevas estrategias trasciendan nuestras fronteras y que empecemos a vincularnos en programas de investigación y de acción a nivel mesoamericano y latinoamericano, de manera que seamos capaces de ir generando nuevo pensamiento y nuevas acciones inscritas en el esfuerzo de desmantelamiento radical del orden social patriarcal y en la construcción de un nuevo orden civilizatorio, que es la única vía que concebimos para acabar de una vez por todas con la violencia patriarcal contra las mujeres, que está instalada en nuestros cuerpos, en nuestras mentes y en nuestras vidas, como mujeres.