Radio Internacional Feminista/Sept 03

El futuro de la humanidad depende de oponerse a la globalización:

Chomsky:
Cada medida neoliberal acota la decisión popular y la traslada a una tiranía privada

 

Jim Cason y David Brooks
La Jornada

Washington y Nueva York, 8 de septiembre. ''No es una exageración decir que el futuro de la especie humana depende de si estas fuerzas (de rebelión contra el neoliberalismo) pueden llegar a ser suficientemente fuertes, movilizadas y organizadas para contrarrestar el oleaje en la otra dirección'', afirma Noam Chomsky.

El reconocido intelectual estadounidense dice que aunque algunos piensan en la protesta altermundista en Seattle, durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1999, como el punto de arranque de este movimiento, ''en verdad ya se había desarrollado durante 20 años en el sur (del planeta)''.

Por eso, señala en entrevista con La Jornada, se han celebrado los foros sociales mundiales en Porto Alegre, Brasil (el próximo será en India), ya que estos movimientos sociales surgieron en los países del sur como Brasil, India y Sudáfrica, entre otros.

''Llegó finalmente al norte en Seattle y ya no se puede ignorar'', afirma Chomsky, precisamente porque ahora este movimiento se manifiesta en los países del norte. Ha crecido desde entonces y ''su escala es considerable y hay mucho compromiso''.

En parte, indica, este movimiento resucitó al que demanda paz en este país. ''La oposición a la guerra contra Irak fue algo sin precedentes. Nunca hubo un momento en la historia de Estados Unidos o Europa en que se realizaran protestas masivas contra una guerra antes de que estallara; fue algo completamente nuevo y no se ha desvanecido. Se mostrará una y otra vez''.

Este movimiento de democratización se contrapone a la imposición de políticas neoliberales durante los últimos 20 años, ya que éstas son ''conscientemente dirigidas a eliminar el peligro de la democracia''.

Chomsky explicó: ''el libre movimiento de capital limita la capacidad de los gobiernos de realizar políticas en beneficio de su propia población, ya que es la comunidad internacional de inversionistas y acreedores la que básicamente decide qué políticas se pueden aplicar''. Si a esta comunidad no le parece bien una serie de políticas, simplemente destruye la economía de ese país, sostiene.

A la vez, cada medida neoliberal tiene el mismo efecto: reducir o limitar la arena pública donde la gente puede decidir, y traslada esa decisión a manos privadas, a ''una tiranía privada''.

Contra esto, señala Chomsky, hay acontecimientos esperanzadores generados por este movimiento de resistencia en todas partes. De un lado ''hay un grupo de tipos que lleva al mundo al borde del abismo, y del otro lado hay una plenitud de fuerzas que buscan avanzar en sentido contrario''.

En este esquema, Chomsky destaca el ejemplo de Brasil. ''Lo que ocurrió ahí es asombroso y es una lección real a las democracias occidentales... Un movimiento popular, con bases de trabajadores, los Sin Tierra y muchos otros movimientos sociales lograron superar obstáculos tremendos, una alta concentración del capital, el odio de la comunidad financiera internacional, y eligieron a su propio presidente, un tipo maravilloso, no conozco a nadie como él en occidente''.

Pero advierte: ''es verdad que Brasil está en una llave estranguladora gracias a las medidas neoliberales implementadas durante los últimos 20 años. Por lo tanto, si bien es cierto que los brasileños fueron capaces de alcanzar un triunfo increíble de la democracia, será muy difícil que hagan algo con ello, sólo por el efecto del neoliberalismo de asfixiar la democracia''. Y agrega que ''ya no es necesario dar golpes militares como en el pasado, uno puede estrangular a un país de maneras más simples''.

Pero, insiste, no es sólo Brasil, hay muchos más ejemplos en el continente americano y en el mundo. Señala a Turquía, cuyo gobierno obedeció el deseo de la mayoría de la población que rechazaba ofrecer su país como base estadounidense para la guerra contra Irak, en lugar de ''obedecer las órdenes dadas desde Crawford, Texas''.

Esto provocó una reacción extrema de la cúpula política estadounidense, demostrando una vez más ''cuán tan profundo es el odio y el desprecio a la democracia'' en los altos mandos de Washington, de manera que ''condenaron a un país por no obedecer órdenes y actuar conforme a lo que sabían que era la opinión de 95 por ciento de su propia población''.

Estos ejemplos, indica Chomsky, entre muchos, son ''lecciones a Occidente; deberíamos prestar atención a los acontecimientos de la democracia popular por todas partes del mundo, deberían ser una inspiración para todos nosotros''. Dados los desafíos que superó Brasil, ''sería mucho más fácil hacerlo aquí, democratizar este país, que para el pueblo de Brasil'', concluyó.

Al final de la entrevista, al comentar la aparición de su nombre en la lista negra en la que el gobierno mexicano supuestamente apuntó a los opositores que podrían acudir a Cancún, Chomsky expresó bromeando su decepción por ser caracterizado como ''moderado'' y pide a La Jornada: ''por favor pónganle una cabeza amarillista a esta nota para que el gobierno mexicano me traslade de la columna de moderado a la de extremista, ya que eso de ser sólo moderado fue muy insultante''.